El centrocampista francés del Juventus de Turín Paul Pogba ha dado positivo en testosterona, tras confirmarlo el contraanálisis de la prueba antidopaje a la que se sometió tras el Udinese-Juventus. El futbolista, campeón del mundo en 2018 con la selección de su país, permanecerá suspendido cautelarmente mientras la Fiscalía Antodopaje de Italia (NADO) investiga los hechos, según avanzan los medios locales. El 11 de septiembre se confirmó el positivo en testosterona a Pogba en una prueba que se le practicó el 20 de agosto en el partido entre el conjunto turinés y el Udinese, que el centrocampista vivió desde el banquillo. Inmediatamente, ese mismo día, el Tribunal Nacional Antidopaje decretó su suspensión, atribuyéndolo la violación de los códigos 2.1 y 2.1 de las Normas Deportivas que sancionan el uso e incluso el intento de consumo de sustancias prohibidas. Pogba, de 30 años y formado en el Manchester Unided y el Juventus, adonde regresó en 2022, podría ser sancionado con hasta cuatro años de inhabilitación.
En septiembre, un comunicado oficial de la justicia anticipó los problemas que le venían a Pogba: “El Tribunal Nacional Antidopaje, aceptando la propuesta de la Fiscalía Nacional Antidopaje, suspendió cautelarmente a Pogba”. Era la respuesta al hallazgo de metabolitos de testosterona de origen no endógeno en sus pruebas antidopaje.
Aunque la testosterona es una hormona que aumenta poco el rendimiento deportivo en un atleta de élite pero sí da más masa muscular, es una sustancia prohibida y a la FIFA no le tembló el pulso en 2022 cuando sancionó por este motivo a Sabri Ali Mohamed, futbolista de Yibuti, con cuatro años. Así, suspendido ahora Pogba de manera cautelar, será juzgado por el tribunal nacional antidopaje italiano. La sanción puede ir de dos a cuatro cursos, lo que podría significar el fin de su carrera, efervescente al inicio y desbravada al final.
Su poderoso físico y capacidad de golpeo del balón para la distribución y el remate, además de las amplias zancadas que le hacían llegar a todas partes antes que nadie, le hicieron pronto un hueco en la élite del fútbol, de la Juve al Manchester United y camino de vuelta. También pieza fundamental de la Francia de Deschamps. Pero insinuó más que lo que consiguió, sobre todo por el relato tan magnético que su fútbol y sus pies explicaban. Así se ha visto en las últimas temporadas. El año pasado, castigado por las lesiones, apenas participó en 10 partidos, un total de 161 minutos sobre el tapete y la ausencia del Mundial. En esta, solo había contabilizado 52 minutos, números irrisorios para el jugador mejor pagado de la Juve con ocho millones netos. Poco fútbol y muchos reveses, como el que ocurrió el curso anterior cuando su hermano Mathias fue detenido por extorsionarle en connivencia con una banda organizada y con el objetivo de conseguir varios millones.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.