Carlo Ancelotti fue destituido en 2015 del Real Madrid después de dos grandes problemas, según su testimonio. El primero, la queja del club por el poco trabajo que hacía el equipo, cuestión que él rechazó. Y el segundo, la posición en el campo de Gareth Bale. Su agente reclamó a la cúpula que su cliente quería jugar más por el centro y, cuando la petición llegó a oídos del italiano, este respondió que en mitad de temporada no podía acometer ese cambio y que, en todo caso, ya lo estudiaría para la siguiente, contó el entrenador italiano en su libro Liderazgo tranquilo. El siguiente curso, sin embargo, él ya no estaba en Valdebebas. Había llegado Rafa Benítez, que no tardó en situar al galés como mediapunta. El ensayo no cuajó.
Ancelotti y Benítez, rivales este viernes en el Celta-Real Madrid (21.30, DAZN), son protagonistas de una curiosa historia de coincidencias en sus destinos de la última década. Una suerte de seguimiento mutuo casual entre dos técnicos cuya relación se mueve en la habitual cordialidad. El español le sucedió al italiano en el Bernabéu, en ese 2015, y en el banquillo del Everton, en 2021, cuando Carletto regresó a Chamartín. También llegó al Chelsea en 2012, solo un año después de la salida de preparador de Reggiolo. Y la banda del Nápoles, propiedad de Benítez entre 2013 y 2015, fue ocupada por Ancelotti en 2018. Al peso de los títulos y las sensaciones, el botín de Carlo resulta ligeramente superior al de Rafa en este periodo y en estos clubes. Sobre todo, por la huella de ambos en la Castellana.
“Benítez lo cuidaba todo hasta el más mínimo detalle e insistía en que había que respetar lo que se acordaba. Muy pronto se hizo evidente que esto acabaría siendo un problema”, escribió Luka Modric en su autobiografía sobre la breve etapa del madrileño (63 años) en el Bernabéu. No llegó al día de Reyes. El croata no ocultó la falta de sintonía. “Quiso cambiar nuestro estilo de juego, establecía sus ideas de manera obstinada e insistía en las correcciones tácticas, incluso a los más veteranos. Estaba claro que este modo de dirigir, más propio de un maestro de escuela, no le iba a dar resultado al Madrid. Un buen puñado de jugadores no estaban contentos. Al equipo le faltaba energía”, incidió el centrocampista en su libro.
Ellos dos dejaron una de las comidillas que más se escucharon en esa época para explicar el poco eco que tenía el discurso de Benítez en un sector de la plantilla: la sugerencia del técnico de que no usara siempre el exterior del pie. “Si no le puedes decir a un jugador que para un golpeo de tres metros no hace falta usar el exterior, es que no pintas nada”, argumentó el propio entrenador hace unos meses en una entrevista en este periódico.
Tipo de aspecto recio y poco dado a expresar las emociones en público, lloró de alegría en su presentación por su pasado blanco como jugador y entrenador, pero pocos más motivos de alegría encontró en sus seis meses en Chamartín. La vía Bale no le funcionó y los resultados también se torcieron pronto. El 0-4 ante el Barça en noviembre, con gritos de la grada contra el palco; y a los 10 días el gatillazo administrativo por la alineación indebida de Cheryshev en Copa en Cádiz (el ruso arrastraba una sanción de la campaña anterior en el Villarreal) y la consiguiente expulsión del torneo confirmaron la precariedad de su situación.
“Siendo completamente sincero, no me sorprendió que el club decidiera que había llegado el momento de dar un golpe de timón”, le sentenció Modric en su libro. “No nos dejaron ganar”, explicaba Benítez hace unos meses en la entrevista. “Si te cesan en enero con toda la segunda vuelta por delante, significa que no te están dando la opción”, añadió el técnico, que también se quejó de que le faltaba una alternativa para Benzema.
El gran éxito posterior de su sucesor, Zinedine Zidane, supuso el último clavo (a título póstumo) a su paso por el Bernabéu. El de este viernes será su 14º choque contra el Madrid. No se enfrenta a él desde aquel “chorreo” de 4-0 que le endosó con el Liverpool en 2009.
Puedes seguir a EL PAÍS Deportes en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites