El calor del verano no solo afecta a las personas; los dispositivos electrónicos, y especialmente los smartphones —que son los que habitualmente llevamos encima—, también lo sufren. De hecho, esta es la época con más averías: una de cada tres se produce durante los meses de julio y agosto, según una encuesta realizada por Portaltic/EP. Y la mayoría se deben a un uso poco cuidadoso que sufre el terminal con situaciones de calentamiento, humedad y, por supuesto, descuidos de lo más variado. Y la realidad es que (casi) todas ellas son evitables.
Aléjalo del sol
Exponer el teléfono móvil al sol hará que aumente rápidamente de temperatura, afectando a su funcionamiento. De hecho, en las hojas de especificaciones de todos los dispositivos electrónicos se recogen sus temperaturas óptimas de uso que, en el caso de los smartphones, suele estar entre 0 y 40º. Por encima de ese rango hay muchas probabilidades de que se dañe su batería (algo que ocurre a partir de los 50º), estalle la pantalla o su electrónica se vea afectada. Si se nota que se calientan demasiado, es necesario apagarlos hasta que hayan recuperado una temperatura normal.
Carga la batería sin funda
Es completamente normal que el móvil aumente su temperatura mientras se está cargando, sobre todo cuando se emplean los modos de carga rápida o inalámbrica. Pero si sobrepasa ciertos límites, hay que tomar medidas: dos de las más eficaces son quitar la funda cuando se cargan y evitar su uso mientras están conectados a la corriente.
En cualquier caso, muchos dispositivos incorporan medidas de serie: por ejemplo, en los terminales Samsung, el brillo de la pantalla y la velocidad del dispositivo disminuyen automáticamente e, incluso, se cierran apps y solo permanece disponible la función de llamadas de emergencia. En los iPhone, por su parte, la carga se ralentiza o se detiene hasta que se enfríe, la pantalla se atenúa o apaga y las antenas entran en un modo de bajo consumo que hace que la cobertura descienda.
Evita exigirle mucho
Hacer un uso intensivo del dispositivo hace que suban los grados en su interior. En caso de que haga mucho calor es recomendable no exigirles demasiado realizando tareas como jugar o editar imágenes y vídeos e, incluso, los expertos sugieren tomar medidas más contundentes como reducir el brillo de la pantalla, desconectar el Bluetooth y el GPS, cerrar aplicaciones si no se utilizan, desactivar los datos, etc.
No lo metas en el agua
Lo más probable es que el smartphone tenga algún tipo de certificación que garantice su resistencia al agua. Pero, ¡ojo! Aunque técnicamente pueda sumergirse, muchos fabricantes advierten: es una característica pensada para evitar accidentes y no tanto para bañarse con el móvil en la playa o en la piscina. Siempre hay que tener en cuenta que las pruebas de certificación se realizan en un laboratorio y con agua dulce, y tanto la sal como el cloro pueden dañarlos. Así que quien desee utilizarlos durante sus baños, mejor que lo haga con una funda sellada específica.
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